El departamento de Antioquia cerró el fin de semana con una cifra que causa escalofríos: 16 muertes violentas en seis municipios diferentes, todas ocurridas entre el viernes en la noche y la madrugada del domingo.
Las autoridades han confirmado que 13 de las víctimas eran hombres y 3 mujeres, y aunque los casos están bajo investigación, se han identificado patrones que apuntan a disputas entre estructuras criminales, ataques sicariales y, en algunos casos, posibles errores de identificación.
Betulia: En este municipio del suroeste antioqueño, la madrugada del sábado se tiñó de sangre cuando tres hombres fueron asesinados a tiros en una zona cercana al casco urbano. Los tres tenían antecedentes judiciales por diferentes delitos, lo que ha llevado a los investigadores a considerar que podría tratarse de un ajuste de cuentas. Vecinos relataron que los disparos fueron tan rápidos que apenas hubo tiempo para reaccionar, y que después del ataque la zona quedó en un silencio inquietante.
San Pedro de los Milagros: A más de 100 kilómetros de allí, en una zona rural de este municipio del norte del departamento, la violencia sorprendió a dos personas. Una de ellas era un sargento retirado del Ejército, que se encontraba trotando con su perro. Según las primeras versiones, los atacantes habrían actuado sin mediar palabra. Las autoridades investigan si fue confundido con un delincuente o si existía alguna amenaza previa en su contra.
Amalfi: En el nordeste antioqueño, la comunidad amaneció consternada el domingo tras conocer el asesinato de dos jóvenes en zona rural. Los hechos aún no están del todo claros, pero versiones preliminares indican que las víctimas habrían sido interceptadas por hombres armados mientras regresaban a sus hogares.
La Pintada: La llamada “zona rosa” del municipio, conocida por su actividad nocturna, se convirtió en escenario de otro crimen. Entre música y luces, la noche se interrumpió con la presencia de dos cuerpos sin vida. Comerciantes y testigos coinciden en que los hechos fueron rápidos y que el temor se apoderó del sector, donde muchos ya piensan dos veces antes de salir en las noches.
Ituango: El episodio más alarmante ocurrió en este municipio del norte antioqueño, donde en una vereda fueron hallados cuatro cadáveres. La información preliminar apunta a que dos murieron en medio de enfrentamientos entre grupos armados ilegales y el Ejército, mientras que los otros dos serían víctimas de un ataque sicarial. El hallazgo provocó un fuerte despliegue militar y un aumento de los patrullajes en la zona, aunque los habitantes aseguran que la tensión persiste.
Aunque los crímenes ocurrieron en distintos puntos del departamento, las autoridades ven señales comunes: la presencia de grupos armados organizados, conflictos por el control de rutas de microtráfico y viejas disputas territoriales que resurgen con fuerza.De acuerdo con datos recientes, Antioquia es uno de los departamentos con mayor número de homicidios en el país. Municipios como Ituango, Amalfi y Betulia han sido señalados como corredores estratégicos para organizaciones ilegales, lo que los convierte en puntos recurrentes de enfrentamientos y asesinatos selectivos.
En redes sociales y medios locales, ciudadanos han expresado su preocupación y han cuestionado la capacidad de reacción de las autoridades. “Vivimos con miedo. Uno no sabe si salir en la noche es seguro”, comenta un habitante de La Pintada. En Betulia, un comerciante asegura que “esto no es nuevo, pero cada vez es más seguido”.
La Policía y el Ejército han intensificado los operativos en las zonas afectadas, reforzando la presencia en áreas rurales y urbanas donde la criminalidad ha aumentado. Se espera que en las próximas horas se entreguen avances en las investigaciones, con la esperanza de esclarecer móviles y responsables.
La violencia de este fin de semana no solo engrosa las cifras oficiales de homicidios, sino que deja un mensaje claro: el conflicto armado y la criminalidad siguen marcando la vida diaria de muchas comunidades en Antioquia. Entre el dolor y la incertidumbre, familias enteras despiden a sus seres queridos mientras esperan que las promesas de seguridad se conviertan en realidades tangibles.